martes, 9 de agosto de 2016

#CRÓNICA 31 DE #GRYLLEFJORD A #ANDENES


El barco arrancó motores y comenzamos a surcar de nuevo las aguas. Hacía mucho frío. Tanto, que permanecer en la cubierta, disfrutando del paisaje, suponía un gran esfuerzo. Pero las ganas de vivir y sentir esos momentos, merecía la pena.




Poco a poco, el barco se alejaba de la costa, ofreciendo bellísimas imágenes de los pueblos en la lejanía. Las casitas parecían de juguetes e invitaban a pasar una maravillosa tarde de juego.



Los colores del mar, las montañas, las texturas de las rocas...todo sorprendía mi mirada a cada metro que recorríamos. Disfrutaba con el sonido que hacía el barco sobre las aguas, con las fantasmagóricas montañas cubiertas de nubes, con la estela de agua que dejaba el barco al pasar, incluso,con el plomizo cielo, que  ponía un toque de misterio al paisaje...





Cuando mi cuerpo se estaba quedando helado, no tuve más remedio que bajar de la cubierta y acomodarme en el interior. Allí permanecí el tiempo suficiente, para entrar en calor al sabor de un rico chocolate y coger fuerzas para volver a salir a la cubierta. Desde ella, pude sentir como la velocidad del barco disminuía y como me acercaba a mi destino.




El barco atracó en el puerto. Bajé a la bodega y después de sortear la gran aglomeración de vehículos que la inundaba, salí a tierra firme. Una última mirada al barco y a los paisajes que me habían acompañado en esa hermosa y fría travesía.


...CONTINUARÁ...

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