Con lo poco que me gusta madrugar, este fue mi segundo madrugón en días consecutivos. Me tocó levantarme a las 5 de la mañana. En la noche estrellada, me monté en el todoterreno que me conduciría al parque. En el tiempo que duró el recorrido desde el hotel a la puerta de entrada del parque, se hizo de día. Un amanecer rápido y espectacular, de colores rosáceos. En esta parte del planeta, el amanecer y atardecer es muy rápido. Recorrer este bello parque, con sus hermosos paisajes, con su fauna y flora me gustaba, aunque la fauna que veía no me dejaba tan sorprendida como la que tuve la fortuna de ver en el Parque de Uda Walawe. Tal vez, por el exceso de ruído producido por la gran cantidad de vehículos dentro del parque. Impresionada me quedé con la maravillosa playa de este parque y con los destrozos que sufrió con el tsunami de 2004.
viernes, 4 de octubre de 2013
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