La mañana continuaba plena de sorpresas. Entré en una tienda de relojes de cuco. Los primeros que veía en tierras alemanas. Me sorprendió muchísimo la variedad de los tamaños, los detalles, la originalidad de algunos diseños y por supuesto también, los precios. Pasear entre ellos, me gustaba. Por un momento me gustó mirarlos con los ojos de niña. Su característico sonido, me hacía imaginar historias de la infancia.
Seguí caminando sin dejar de mirar y admirar, de oír y de escuchar... Me paré junto a ella y me gustó su pose y cómo se recortaba en el grisáceo cielo y admiré el arte que iba encontrando en mi recorrido, en cualquier esquina, en cualquier lugar.
Un pequeño descanso y la belleza del Alter Botanischer Garten, me hicieron recuperar fuerzas. Emprendí de nuevo mi camino. Al mirar hacia mi izquierda, me gustó ver este antiguo tranvía que pausadamente caminaba...
Atrás quedó el Palacio de Justicia. El reloj marcaba más de las doce y media, cuando continué mi recorrido. Al mirar hacia abajo allí estaba ella. Otras de las imágenes que me seducen en mis viajes y que siempre retrato y guardo con mucho cariño.
Mi viaje siempre comienza en el preciso instante que empieza a gestarse. Suele ser más o menos, a principios del mes de marzo de cada año, una vez pasado el Puente del Día de Andalucía, en febrero.
...siempre, siempre... ...el nuevo viaje lo disfruto...
ANTES de partir, durante varios meses, con todo lo relativo a su preparación.
DURANTE en el lugar elegido.
DESPUÉS de la llegada a casa, con las imágenes, los vídeos, las publicaciones en el blog...
Mis viajes permanecen por tanto, mucho tiempo en mi corazón y el disfrute es máximo.
Este año, la rutina fue la de siempre. Pero no salían los destino en los que quería perderme. Con el correr de los años he descubierto, que cuando un viaje no sale, hay que hacer otro. El tiempo me ha ido mostrando el porqué.
Un agridulce sabor, se apodera de mí en las últimas horas del viaje. Los momentos vividos y sentidos, a lo largo de las horas compartidas en el viaje, pasan en cascada como si fuera una maravillosa película. El cariño, la amistad, las sonrisas, el encuentro, los nuevos amigos... todo me produce ya añoranza y eso, que aún estoy con mis queridos/as compañeros/as de viaje.
Por otra parte, están las ganas de volver a encontrarme con mi madre, mi familia, mis amigos...Volver a la paz de mi casa, a escuchar a los pajarillos en el jardín... Y en la vuelta de este viaje, las ganas de volver a sentir el calor al borde de la piscina y poderme quitar toda la ropa de invierno.
Este antiguo mercado cubierto, es el más antiguo de Helsinki. El edificio que fue diseñado por Gustaf Nystrom, se abrió en el año 1889. En su interior hay una treintena de puestos con diferentes productos, muchos de ellos son alimentos: quesos, carnes, verduras, frutas pasteles...
Me gustó los colores de este edificio bajo la luz del sol. Me acerqué y leí el horario de apertura. Cuando entré, me sorprendió el enorme espacio interior.
Recorrer su interior era una grata experiencia en la que los colores y los sabores se extremezclaban de la misma forma que lo hacían los distintos idiomas que podía escuchar en las conversaciones de los visitantes. En la actualidad, este mercado es muy turístico y cada día lo visitan muchas personas de distintos países del mundo.
Recorrer todo su superficie, fue uno de los momentos mas relajantes de esa mañana en Helsinki. Me gustaba descubrir los nuevos productos que no conocía. Me sorprendían muchísimo los altos precios.
Todo estaba perfectamente colocado en los puestos e invitaba a su degustación, tanto si eran productos frescos, como elaborado o cocinados. A mi alrededor, bellos bodegones que parecían pinturas.
Mi último día en esta bella ciudad, empezó tempranito. Al fin, el cielo estaba azul y hacía una temperatura muy agradable para mi. Me gustaba ver la perspectiva de las vías del tranvía en calles casi vacías, tanto como verlos pasar tan cerca de mi.
Ver a lo lejos la Catedral Ortodoxa Uspenski, me intrigaba. Al acercarme, pude contemplar el bello edificio con sus trece cúpulas.
La catedral luterana Tuomiokirkko es un gigantescos edificio blanco de cúpulas verdes, que se divisa perfectamente desde la catedral Uspenski.
Las vistas del puerto, del mar, de las construcciones... es maravillosa desde estos lugares.
La inmensa noria y los mástiles de los barcos, es una imagen que me gusta recordar. El colorido puerto, también absorbía mi mirada, mientras paseaba tranquilamente.
El trayecto recorrido desde Rovaniemi a Helsinki, no era largo y aunque lo conocía, siguió atrapando mi mirada. Llegué directamente a esta maravilloso iglesia de piedra, que siempre quise visitar.
Nada más entrar, todas mis expectativas se vieron cumplidas. Me paré tranquilamente a mirar su inmensa amplitud. Luego, caminé hasta el centro y allí, con calma, me fui girando los 360 grados. Era impresionante.
Su órgano, el altar y las piedras maravillosas con esas texturas, los colores y por supuesto, las caras que tanto me fascinan.
Caminé alrededor, no dejé ni un palmo por descubrir, por sentir. Pude imaginarme allí sentada, escuchando el órgano.
El tiempo como siempre, corría de prisa y llegó la hora de partir. Una última mirada y seguí mi camino. Ese día tocaba a su fin y esta maravillosa iglesia, había sido un broche genial.