martes, 7 de noviembre de 2023

CRÓNICA. VIAJE A LA CERDANYA. PIRINEO CATALÁN. 2023.

 CRÓNICA. VIAJE A LA CERDANYA. PIRINEO CATALÁN. 2023.

Cuando supe que viajaría a Cataluña para ir a Líbano, me puse en contacto con todos mis amigos/as, para comentarles que a mi vuelta, me quedaría unos días allí, para poder disfrutar de su compañía

La mayoría de ellos/as, por ser período vacacional, no iban a estar en casa, sino viajando por distintos lugares de nuestro país y por el mundo. Pero, por suerte, mis amigas Maite y Ángela, precisamente esos días, iban a estar en casa.

En mis viajes a Cataluña, que ya son bastantes, mis amigos/as me han ido enseñando distintas ciudades, pueblos, entornos naturales, comarcas... Pero yo tenía muchas ganas de conocer la Cerdanya. Me gusta poco el frío y en verano, es buena época para conocer esta zona y seguramente, habría poco turismo.

Así que, me compré el billete de ida y vuelta a Barcelona, contando con la fecha de salida del vuelo para Líbano y la vuelta teniendo en cuenta los días de viaje por la Cerdanya.

El viaje Beirut-Roma-Barcelona, al igual que a la ida, fue muy largo y duró muchas horas. Yo las aproveché para completar en mi libretita todo el recorrido por tierras libanesas y leer algunas informaciones sobre la Cerdanya. 

Llegué por la tarde a Barcelona y ya estaba esperándome en el aeropuerto, mi amiga Maite. Como siempre, una inmensa alegría abrazarla y verla tan sonriente. Pusimos rumbo a su casa en San Cugat y allí permanecimos descansando, el resto de la tarde. 

Al día siguiente, me levanté tarde, descansé mucho, comentamos mi viaje, vimos las fotos... Maite me enseñó en un antiguo mapa que tenía en su casa, el itinerario que íbamos a seguir, algunos lugares para visitar...


Cuando ya hacía menos calor, a última hora de la tarde, quedamos con nuestra querida amiga Montse para dar un paseo y tapear en una terracita de un bar. En ella descubrí, que también los perros ya están en las terrazas, paseando entre las mesas y sin atar. A mí esta situación no me agrada.


El cansancio hacía mella en mí y prontito me fui a dormir. Al día siguiente, poco antes de las 9 de la mañana, llegaba nuestra amiga Ángela y las tres, poníamos rumbo a nuestro viaje al Pirineo.

El martes día 15 de agosto comenzamos a recorrer la carretera  que nos llevaba a La Seu d`Urgel. En el camino fui disfrutando, desde el asiento de copiloto que me encanta, de los paisajes, los pueblos por los que pasábamos... 




Algunos de sus nombres eran muy bonitos, a mí me parecían muy sonoros: Solivella, Tárrega, Claravalls...



Nos paramos en el embalse  de Oliana, que estaba bastante vacío. Allí me hice la primera foto recuerdo. Se estaba tan bien en ese lugar que lo disfrutamos un ratito mientras contemplábamos las tonalidades del agua, los verdes de la naturaleza, los marrones de las montañas...




Pasamos por La Seu, pero decidimos ir directamente al pueblo de Arsèguel. Maite lo conoce muy bien. Ella  había hecho la reserva en el restaurante de comida tradicional, Ca La Lluisa, en el que almorzamos muy bien, con unas vistas increíbles a la Sierra del Cadí. La dueña y todo el personal, fueron muy amables y sonrientes con nosotras. Nos atendieron de forma personalizada.








Finalizado el almuerzo, disfrutamos mucho conociendo el pueblo, con su arquitectura, edificios,  calles, casas, iglesia, la fuente, los paisajes... y por supuesto, las puertas, las ventanas los llamadores... Me gustaba la tranquilidad y la ausencia de turistas. 







 

  


Volvimos a La Seu para visitar el Parque del Valira y disfrutar del claustro moderno realizado por Lluis Racionero. 

A la entrada me sorprendí bastante con los tonos de las columnas junto al verde de los árboles. Y luego, entre risas y mucha curiosidad, fuimos descubriendo en los capiteles a distintas figuras del cine, música, política, personajes famosos... La luz que entraba a esas horas iluminándolo, me gustaba mucho.




 

De ahí, partimos hacia la Villa Olímpica. Junta a ella corre el río Segre, que por desgracia, estaba bastante seco. 



Aún nos faltaban unos kilómetros para llegar a Cal Mateu en el pueblo de Urtx. La señora Lola, atentísima y muy amable, nos enseñó nuestras habitaciones, el salón... Me gustaba el techo, el paisaje que se veía desde la ventana, también el patio que tenía abajo, las gallinas, el becerro... y sobre todo, el maravilloso atardecer.




Nuestros primeros pasos por este pueblo nos llevaron a ver su iglesia, las típicas construcciones con sus tejados, balcones...


Dejamos nuestras maletas y nos fuimos al pueblo vecino, Alp, en el que degustamos una rica cena en el restaurante Cal Padrí.




Una ducha relajante y a dormir. El silencio del pueblo, en la madrugada, estaba roto por el berrido del becerro que había nacido hacía unos días y por el gallo que no paraba de cantar.

El miércoles 16 de agosto nos levantamos pronto. El desayuno de nuestra casa era riquísimo, muy saludable y la atención muy buena. 

Finalizado, cogimos el coche y pusimos rumbo a La Molina. Allí habíamos quedado con Eulalia y Andreu, en su preciosa casa de montaña. Con ellos fuimos a coger los dos telecabinas que nos subirían hasta lo más alto.

Disfruté durante los dos trayectos mirando el paisaje y a la llegada, para mí, el frío era tan intenso, que a duras penas pude dar algunos pasos por los alrededores y hacer algunas fotos. 

Me gustaba las tonalidades que veía y me lo imaginaba todo repleto de nieve. Desde Sevilla fui cargada con mi chaquetón de plumas, pero el tiempo por allí estaba siendo tan caluroso, que ese día no me lo llevé. Y pagué las consecuencias. Mis amigos se acercaron a un mirador desde el que se veía una amplia panorámica.







Bajamos mirando el paisaje desde otros ángulos. En la estación me sorprendió el verdor de sus árboles, el rojo intenso, un antiguo telesilla, un telecabina decorado con fauna... 

Luego, andando, recorrimos los metros que nos separaban del restaurante El Tirol. En él almorzamos unas ricas viandas. El restaurante estaba completamente lleno y esto hacía que el ruido a lo lago de toda la comida, fuera intenso. 







La sobremesa la realizamos en la maravillosa casa de nuestros amigos que estaba situada en un hermoso bosque. Yo disfruté muchísimo con un libro que recogía muchas fotografías antiguas de cómo era la vida en esa Comarca en general y en Puigcerdá en particular. Estaba muy interesada, porque al día siguiente, podría comparar esas fotos que fotografié del libro, con los lugares y edificios en la actualidad.



 





Sin darnos cuenta, llegó la hora de desplazarnos hasta la iglesia de la Mare de Déu de les Neus, en la que escuchamos un genial concierto de música antigua "Una altra mirada a Bach", a cargo de la Acadèmia Música Antigua de Caimari, dentro de 12 Festival de Música Antigua dels Pirineus




La vuelta a Urtx se nos hizo corta contemplando el atardecer que nos ofrecía la naturaleza. También dimos un paseo por las calles del pueblo, cenamos y a dormir.


El jueves 17 de agosto, terminado el desayuno pusimos rumbo a Puigcerdá. Aparcamos en la estación y cogimos la conexión urbana Estación/Ayuntamiento: conjunto de un ascensor Inclinado outdoor urbano de 2 paradas, 75 metros de recorrido y 1875 kg, y un ascensor vertical outdoor urbano, para salvar el desnivel existente entre la estación de tren y el centro urbano de Puigcerdà. 

Las primeras vistas del paisaje desde allí arriba, me gustaron mucho. 


Comenzamos a caminar hacia la Plaza Cabinetti con su estatua. Y situada en ella, sin parar de mirar hacia todos los lugares, me imaginaba el lugar en el instante en el que habían tomado la fotografía en blanco y negro, que había visto en el libro.

 

Pasear por sus calles y descubrir tantos lugares que reconocía por las fotos, me resultaba muy mágico:  el Hotel Tixaire, el campanario de la antigua iglesia de Santa Mª, Plaza Cabrinetti, el Casino Cereta, el Teatro, la Plaça de Santa María, Plaça del Ajuntament, Calle Mayor, el Passeig 10 d’Abril, el Antiguo hospital, los edificios de colores, casas antigua, el centro, la Iglesia del antiguo convento Sant Doménec... 










 








 



Recorrer tranquilamente sus calles descubriendo bellos rincones, la arquitectura, detalles de tiempos pasados, los nombres de sus calles, algunos letreros, las ventanas, llamadores, las farolas, los monumentos, las placas conmemorativas, la venta de quesos, la vida cotidiana... me mantenía muy atenta y expectante.






 













Las hermosas casas y villas que rodean el lago se conservan muy bien y algunas, se han transformado en hoteles: Villa Paulita, Dionisia, Hotel del lago...






El Lago me gustó mucho, aunque me lo imaginaba más grande. Descubrí que era artificial. En él hay distintas variedades de fauna, como bien se recoge en los carteles que encontramos en su orilla.




La visita la dimos por concluida y volvimos a bajar en el elevador hasta la Estación, al lugar en el que teníamos aparcado el coche.

Pusimos rumbo a este pueblo tan especial: LliviaSe encuentra dentro de Francia (Alta Cerdanya), como consecuencia de los acuerdos establecidos en el Tratado de los Pirineos (año 1659).

Lo primero que descubrí nada más aparcar y empezar nuestra visita, fue la Escola Jaume I.


Hacía calor y se acercaba la hora del almuerzo. Así que, callejeamos un poco hasta encontrar el restaurante en el que queríamos comer. Estaba lleno y nos dieron hora para el segundo turno de comida, a las 3 de la tarde. 

Aún nos quedaba por delante un tiempo, para poder visitar el Museo Municipal, en el que pudimos ver entre otros, un audiovisual y todo lo relacionado con la Farmacia Esteva, considerada la oficina de farmacia abierta al público más antigua conservada en Europa, que se remonta a principios del siglo XV. 





Me gustó mucho la Torre de Bernat de Son, la Iglesia Madre de Deu dels Angels y las ruinas romanas del Forum de Lulia Libica.



 


Sus calles, casas, edificios, puertas, rincones… seguían acaparando, una vez más, mi atención. 

 

 




A las 3 de la tarde que era la hora estipulada, estábamos frente al restaurante y cuál fue nuestra sorpresa, cuando empezamos a ver a muchos grupos de personas que al igual que nosotras, se acercaban al restaurante Cal Cofa  para almorzar. 

Este restaurante tenía tres plantas repletas de mesas y comensales. Por suerte, pudimos comer con tranquilidad y degustar los platos, los postre y un licor. 





Terminado el almuerzo tuvimos tiempo de seguir conociendo algo más de este bello pueblo, en el que a cada paso, encontrábamos rincones curiosos, entre ellos el Mural en recuerdo a Lampègia, la Princesa  de la pau y de l`amor.




El tiempo se estaba terminando más rápido de lo que nos habría gustado. Pusimos rumbo al coche y partimos hacia San Cugat. En esta ocasión, por la carretera de los túneles.





Nos despedimos de Ángela que se iba a Barcelona y prontito nos fuimos a descansar, porque al día siguiente salíamos de casa de Maite hacia el aeropuerto, a las 9 de la mañana.

En esta ocasión todo lo relacionado con el vuelo fue perfecto, llegando a Sevilla antes de lo previsto. A las 2 de la tarde ya estaba en mi casa, cansada pero muy feliz y llena de energía y cariño. 

Una vez más, me traje algunos folletos del lugar, porque me sigue gustando muchísimo ir a las oficinas de turismo y que me expliquen los lugareños lo mejor de su pueblo, ciudad, monumentos...





Acababa de llegar y ya añoraba a mis amigas y los hermosos momentos vividos estos días con ellas, en esa hermosa tierra, que tantas ganas tenía de conocer.

En esta ocasión, la que hacía más fotos era yo y como no podía ser de otra manera, también las retrataba a ellas en algunos lugares.






 






Muchas gracias amigas por el reencuentro y por todos los momentos vividos, emociones compartidas y por el cariño mutuo que nos tenemos.

 

¡¡¡HASTA NUESTRO PRÓXIMO VIAJE!!!