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miércoles, 4 de enero de 2017

SEVILLA. COLOR DE NAVIDAD. MAPPING 2016. LAS SETAS Y SAN TELMO.

Sevilla. Color de Navidad. Mapping 2016. 
Las Setas y San Telmo.




Sevilla, una maravillosa ciudad que es mágica en cualquier época y momento del año, pero que en Navidad, cobra un color especial. Da gusto pasear por sus calles escuchando hablar en multitud de idiomas, las risas de los más pequeños, la música de villancicos...

Lo que a veces no es tan grato, son las aglomeraciones y las colas. Los sevillanos son expertos en moverse entre la multitud y tienen la paciencia infinita, de esperar horas en una fila, para visitar los Belenes. 

viernes, 8 de julio de 2016

SACA DE LAS YEGUAS 2016. ALMONTE. DOÑANA. 2ª parte.

Saca de las yeguas 2016.



La madrugada fue corta.

El sonido del reloj, a las seis de la mañana, me hizo abrir los ojos y recorrer la habitación de mi casa de Almonte, en la que tantos años viví en mi infancia y adolescencia. Un rápido desayuno y preparar las cámaras. A las siete menos cuarto, partía nuevamente hacia La Rocina.

La mañana estaba muy nublada y hacía fresco. A las siete y media, salíamos nuevamente en el todoterreno, al encuentro con las yeguas.

Este año, muchos cambios. Los yegüerizos habían adelantado las faenas de la saca y ya no pudimos disfrutar de la fuerza e intensidad de ellas. Sólo pudimos vivir su desplazamiento dentro de Doñana, a su paso por la Marisma de Hinojos. 

Cuando llegamos, la mañana seguía muy nublada y en el espacio abierto de la marisma, el frío era muy intenso. Dí un paseo a paso ligero, tratando de combatir el frío. El sonido de los cascabeles de los mulos, y la estampa que contemplaba, nuevamente me llenó de emoción. Me gustaba. La reconocí al instante. Tuve la suerte de fotografiarla en la saca del 26 de junio de 2009. Y ahora, al comparar las fotografías, parece que el tiempo no ha pasado.


saca del 2009

saca del 2016


Luego llegó el momento de encontrar el lugar más adecuado para vivir la emoción del paso de las yeguas por ese paraje tan particular. El cielo seguía plomizo dejando al sol oculto por las nubes. Y decidí quedarme a esperar, cerca de una valla en la que podía contemplar como los caracoles había logrado encontrar su habitad.Y también allí, me atraparon, las caras en la naturaleza.




El primer relincho de un caballo, me alertó de que la primera tropa ya estaba allí. Esperaba algo más de movimiento, pero aún así,  su paso frente a mi me hacía disfrutar de instantes familiares. Los yegüerizos con sus largas varas, su certeros desplazamientos para guiar a la tropa y esas frases y palabras tan almonteñas, que en momentos como esos, comentan entre ellos.








Vi alejarse a la primera tropa y mi mirada recorrió el paisaje. El frío seguía siendo muy intenso. La mañana muy gris. Los dorados rayos de sol esa mañana, no iban a iluminar estas estampas marismeñas. 

Luego, pasó otra tropa menos numerosa. Su paso también era tranquilo y sosegado. Me gustaba ver cabalgar a los yegüerizos en sus monturas y escuchar el sonido de los pasos de las yeguas en el suelo, al pasar junto a mí. 




Luego, nuevamente la calma. El sonido de la marisma seguía sorprendiéndome. El paisaje, con sus huellas del paso del tiempo, y la vida, brotando en los troncos de madera o agarrada al frío metal oxidado.





Desde que llegué esa fría mañana, miré y remiré, intentando verlo. Pero no lo encontré. Él ha estado presente en muchas de mis imágenes de la saca de las yeguas, a lo largo de la última década. Es el eslabón que permanece a lo largo del tiempo. Por eso, este año, añoré tanto su presencia. Siempre recordaré la primera vez que tuve la suerte de mirarlo y retratarlo, en la saca de las yeguas del año 2005.


saca de las yeguas 2005

saca de las yeguas 2006

saca de las yeguas 2009

saca de las yeguas 2011

Había llegado el momento de partir y verlas salir de Doñana, hacía la Ermita. Después de cruzar nuevamente las arenas y de contemplar como empezaba a latir la vida en Doñana, llegamos justo en el momento de ver como las yeguas, empezaban a recorrer el camino que las llevaría a pasar por delante de la Blanca Paloma.








Yo también fui hacia allí. Pero este año, unas altas vayas de hierro, acotaban el espacio. Muchísima gente alrededor de la iglesia para verlas pasar. El encanto de ese momento, para mí, se quedó en el pasado. Vi pasar una tropa y me marché. Pero antes, una última mirada a esa querida estampa que siempre tengo en mi corazón.



Con el recuerdo de esta maravillosa vuelta a mi tierra, a Doñana, volví por la misma carretera que algunas horas antes había recorrido, camino a la Rocina. Y una vez más, disfruté de las fotos y los vídeos realizados. 



Fotos en color, que gracias a la tecnología de estos tiempos, podemos convertir en blanco y negro. Fotos, que en algunos detalles, me llevan al recuerdo de mi infancia, cuando las yeguas llegaban al Chaparral mientras mi padre, montaba la caseta de San Pedro, para la feria de Almonte. 

Imágenes que empecé a retratar a mediados de los años 90, cuando iba con mis dos cámaras. Una, con un carrete en B/N que luego positivaba en el laboratorio de bn que tenía montado en mi casa, y la otra, con diapositivas. Fotografías que tengo siempre en mi corazón y que de vez en cuando, me gusta ver en los álbumes de aquella época, con mis negativos y mis fotos.







 

 

El año que viene en 2017, se cumplirán 20 años de algunas de mis primeras imágenes. Ahora empieza mi cuenta atrás. Espero con mucha alegría e impaciencia, volver. Pero el año que viene, me gustaría poder volver a sentir la tradición como en el pasado.


¿Lo conseguiré?

miércoles, 6 de julio de 2016

SACA DE LAS YEGUAS 2016. ALMONTE. DOÑANA. 1ª parte.

Saca de las yeguas 2016.



Como ya comentaba en mi post publicado el pasado 20 de junio de 2016, este año estaba muy impaciente por volver a Doñana y sentir el latir el corazón de la marisma de la mano de los yegüerizos y sus yeguas.

Terminaba esa entrada con estas palabras:

"En los últimos cuatro años, el trabajo y otras circunstancias, me han impedido disfrutar de la saca de la yeguas. Pero este año, espero con mucha emoción y alegría, volver. Volver a empaparme de la magia del atardecer y del amanecer, en las polvorientas tierras de Doñana.

¿Qué me encontraré?

...este año estoy impaciente...
...se acerca el 26 de junio y la saca de las yeguas...


El sábado 25 de junio, a las cuatro de la tarde, partía rumbo al Rocío. Una carretera con poco tráfico y bajo un sol de justicia, me llevó a la aldea. Frente a la choza, una parada para disfrutar y admirar los flamencos, que ajenos a la climatología, seguían con su pico buscando comida. Corría una leve brisa que invitaba a sentarse a la sombra y disfrutar de esos momentos especiales.



De allí, puse rumbo a La Rocina. Y al llegar, el mismo sentimiento de siempre. Un torrente de energía positiva que llena mi alma. Recuerdos acumulados desde mi infancia, al recorrer este hermoso paisaje.

A las seis de la tarde, montamos en el todoterreno que nos llevaría al encuentro con la tradición. Recorrimos entre risas y saltos del vehículo, las arenas. La primera parada. Las primeras yeguas sesteando aún al calor de la tarde. Los colores, los olores, los sonidos se mezclaban perfectamente para hacerme sentir una profunda emoción. Me detuve a mirar, a sentir, a admirar, a dejarme llevar...



Allí, con la marisma de fondo, el agua, los flamencos, todo parecía mágico. Mi mirada de repente, volvió nuevamente a mi infancia, al ver a los escarabajos peloteros.




Luego, las bellas imágenes de los potrillos junto a sus madres, mamando o simplemente cerca de ellas. Sus cabezas llenas de matices de colores, con sus crines revueltas. Sus ojos. Su deambular sereno...





Volvimos al todoterreno y a las arenas. Otra parada en la primera reunión que encontramos. El cansancio había hecho mella. La placidez del sueño atrapó a más de un yegüerizo. Seguro que seguían soñando...




Él caminaba con su sonrisa y su sombrero, lleno de alegría, mientras su hermano dormía. Amable y cercano. Estuvimos hablando de yeguas y marisma. Luego, unas risas con ambos y estas fotos para el recuerdo.




Y entonces, mi mirada se cruzó con la suya. 



Con su pañuelo de coco al cuello y su sombrero. Su amplia sonrisa y su brillante mirada. Disfruté mucho riendo junto a él y sus amigos mientras mi cámara, captaba una de las imágenes que daba respuesta a mi pregunta:

¿Qué me encontraré?
Ya tenía una respuesta. 

Me había encontrado el Futuro.



Con él, con su padre y con toda la reunión, disfruté del cante y de su cante, de las risas, de los retratos de los hombres con sus sombreros, sus gorras, del encuentro con los abrazos y con los cálidos saludos.






Allí también estaba él. Lo reconocí en cuanto le vi. Y el tiempo me volvió a otra saca de las yeguas, al 26 de junio de 2009, en la que lo encontré montado en su caballo. Esta vez, también me permitió amablemente, retratar su mirada.


 

El futuro llegaba también, de la mano de sus sonrisas y sus miradas empapadas de tradición y marisma.


 

El tiempo pasó rápido y divertido. Volvimos a las arenas y a otra parada. Difícil reto captar imágenes de vídeo. Pero aún así, lo intenté una y otra vez. Imágenes que me eran muy familiares y  más que mi curiosidad, despertaban mi emoción por volver a vivir esos momentos. 






La bella estampa de estos hermosos caballos atraparon mi atención y me llevó a otro alto en el camino.



Y allí, al volver mi mirada también a él lo encontré. Su amplia sonrisa y su cara de alegría, permanecía este año, con la misma intensidad que en la saca del 26 de junio de 2011.




Y en ese instante, encontré otra respuesta a mi pregunta:


¿Qué me encontraré?
Ya tenía otra respuesta.

Había encontrado más sombreros, pañuelos de coco y gorras, más camisas, 
más tradición, más autenticidad... y lo agradecí muchísimo.
Me alegraba volver a esa mirada de antaño, que tanto me emociona.


El sol hecho ya una hermosa bola de fuego, bajaba aceleradamente entre los árboles, para dejar paso a un maravilloso rojizo atardecer en Doñana. 




Yo no tenía frío ni tampoco calor. Los mosquitos no habían llegado, cuando paramos en otra de las reuniones. Nuevamente la amabilidad, las sevillanas cantadas con el corazón marismeño.






Me gustaba desplazar mi mirada por las distintas escenas que simultáneamente se sucedían en esta reunión. Y allí estaba él. Cuánta ternura había en esa postura, en su cara...






Me seguía preguntando...


¿Qué me encontraré?
Ya tenía otra respuesta.

La mayoría de los yegüerizos eran jóvenes. 
Los abuelos, este año no los encontré y los recordé con añoranza.




Poco a poco, la oscuridad empezaba a ganar la partida al día y partimos. A las 11 de la noche, ya estaba en Almonte, dispuesta a irme a la cama y seguir soñando.



...CONTINUARÁ...