...siempre me había sorprendido ver en los reportajes, a estas personas dando vueltas y mas vueltas sobre sí mismo...la primera vez que los vi en directo, no fue en Turquia y me pareció mas turístico que otra cosa...pero llegó el gran día...estaba en Konya y tenía la oportunidad de verlos en su lugar de culto...llegué pronto y me senté en una especie de grada de madera...el silencio reinaba en el lugar...la luz apenas era perceptible...sólo escuchaba el rumor de los pies que se deslizaban rítmicamente sobre el suelo...el recogimiento era total...el sonido de la música que los acompañaba y ese danzar sobrehumano...inigualable...solo al terminar el acto pude hacer estas fotos...amablemente giraron una vez mas...
DERVICHE es, en el sentido más habitual de la palabra, un miembro de una tariqa, es decir, una cofradía religiosa musulmana de carácter ascético o místico (sufí). Fue fundada por los discípulos del gran poeta Sufí Jalal al-Din Muhammad Rumi en el siglo XIII. Cuando este poeta y escritor de textos religiosos murió, su hijo agrupó a sus seguidores en la hermandad de los derviches giróvaros, los actuales bailarines místicos. El centro de la orden está en Konya que es una de las ciudades más conservadoras de Turquía.
Los mevlevíes, de la voz árabe mawlana, mevlana en turco, "nuestro maestro", sobrenombre de ar-Rumí, alcanzan el éxtasis místico en virtud de la danza , símbolo del baile de los planetas. La danza está acompañada de flautas, atabales, tamboriles, esa especie de violines llamados kamanché, y laúdes de mástil largo como el saz turco
Se conoce a los Mevleví también, como Derviches Giróvagos o Derviches Giradores porque tienen una ceremonia de danza-meditación, llamada Sema. En ella los bailarines con vestidos vaporosos y sombreros alargados, dan vueltas sobre sí mismos, hasta conseguir el éxtasis, simbolizando el desprendimiento de la vida terrenal para llegar al clímax de la unión con Dios y "la ascendencia espiritual hacía la verdad, acompañados por el amor y liberados totalmente del ego". Señalan al cielo con una mano y a la tierra con la otra, en un éxtasis corporal. Sólo se escucha el ruido de los pasos de decenas de místicos en silencio.Todos ellos parecen sumirse en un mundo paralelo mientras bailan con las cabezas ligeramente inclinadas. Usan además el giro de su danza como una forma de meditación en movimiento.
Llegan a girar a gran velocidad, de 20 a 30 giros por minuto. El secreto de realizar tantos giros sin problemas, está en la figura del Dedé, el maestro, que supervisa a los derviches para conseguir dar vueltas sincronizadas. Una mano alzada hacia el cielo y la otra vuelta hacia la tierra. Los derviches actúan como auténticos ejes, canalizadores de un flujo de energía desde ellos hacia el universo y del universo hacia ellos.
Se tienen en cuenta cuatro estadios, estaciones, elementos. Un maestro que simboliza al sol. El ritual comienza con la recitación del corán. Luego un coro entona la Faitha. Los versos persas del gran místico y poeta sufí Rûmi no son, generalmente, recitados en lecturas públicas por la supuesta incapacidad de los oyentes para entenderlos. Un signo del jefe de la cofradía marca el ritmo del rito, los derviches se levantan y se acercan a él. Se quitan el manto negro y aparecen con el vestido blanco debajo. Se colocan en el centro del círculo y comienzan a girar lentamente. El ritmo va cambiando con una aceleración cada vez más rápida, pero muy poco a poco. Es necesaria una gran concentración y control tras un largo aprendizaje de los pasos y el equilibrio.
En un primer momento los derviches portan grandes túnicas negras que simbolizan su propia tumba, y en la cabeza, los verticales sombreros marrones figuran las lápidas. Uno interpreta al maestro, que conoce el Corán de memoria. Ante el guía, los bailarines se desprenden de su “tumba” dejando al descubierto los inmensos trajes blancos que representan sus mortajas, es decir el misterio de la muerte y por tanto de la resurrección. La túnica negra es el complemento (energía femenina y masculina presentes por tanto), el mundo material, la materialización de la vida.
Se tienen en cuenta cuatro estadios, estaciones, elementos. Un maestro que simboliza al sol. El ritual comienza con la recitación del corán. Luego un coro entona la Faitha. Los versos persas del gran místico y poeta sufí Rûmi no son, generalmente, recitados en lecturas públicas por la supuesta incapacidad de los oyentes para entenderlos. Un signo del jefe de la cofradía marca el ritmo del rito, los derviches se levantan y se acercan a él. Se quitan el manto negro y aparecen con el vestido blanco debajo. Se colocan en el centro del círculo y comienzan a girar lentamente. El ritmo va cambiando con una aceleración cada vez más rápida, pero muy poco a poco. Es necesaria una gran concentración y control tras un largo aprendizaje de los pasos y el equilibrio.
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