Asociado a Rovaniemi y al Círculo Polar Ártico, está Papa Noel. Visitar su casa, saludarlo y pedirle los deseos para la Navidad, también se convierte en un ritual.
Mis pasos recorrieron la línea blanca dibujada en el mojado suelo y llegué a ese mágico lugar. Y como había visto en los reportajes sobre este personaje, él estaba en el centro de la estancia, con sus gafas, su barba blanca, sus enormes zapatos, su gorro rojo, sus brillantes ojos y su sonrisa. Al entrar en el amplio espacio de madera, observo que él esta sentado casi en el centro y que frente a él, se sitúan sus ayudantes con las cámara de fotos y de vídeo que inmortalizan nuestro encuentro. Entre risas, hace que me siente a su izquierda y pregunta entre cosas, de donde soy. Al enterarse que soy de Sevilla, me habla del flamenco. Seguimos riendo cuando los pajes intentan seguir el ritmo de las palmas por sevillanas. Por supuesto que le conté que soy muy buena, que me porto muy bien y pedí que me trajera por Navidad mucha salud y mucho amor para repartir entre tod@s.
Terminado el encuentro y a la salida, me enseñaron las fotos y el vídeo que recogían mi encuentro con Papa Noel. Estas imágenes, nunca las podré compartir. No los compré. Los treinta euros que costaba la foto y los cuarenta del vídeo, no los asumía mi economía.
Luego, escribí mi dirección en la postal y le puse el sello que una bella y guapa ayudante de Papa Noel me proporcionó. La postal la eché al buzón y ahora toca esperar que por Navidad llegue a mi casa.
Esta divertida experiencia llena de magia, con sus renos, elfos, oficina postal... también forma parte de mi viaje a Laponia.
Voy a terminar esta entrada, dejando el enlace a una cámara que tienen situada allí y que emite en tiempo real imágenes del lugar, sobre todo, para ver de vez en cuando que sigue lloviendo y cómo cada día será mas de noche, llegará la nieve, llegará la Navidad....
...CONTINUARÁ...
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