Crónica 9. Mercado de Augsburgo
Comencé mi segundo día de viaje en Alemania, en la estación, comprando el billete para Augsburgo por el que pagué treinta y cinco euros. A las 11,35 el tren se ponía en marcha. Me gustaba mirar por la ventana y disfrutar del paisaje. Escuchar las conversaciones en alemán de los lugareños, aún me sorprendía. No entendía nada, pero me gustaba imaginar por sus gestos, sobre qué estaban conversando.
A las 12,15 el tren llegaba a su destino. Me bajé de él pausadamente, observando las vías, los trenes estacionados, etc
Mis primeros pasos al salir de la estación me llevaron a las bicicletas. Aún seguían atrapando mi mirada y estimulaban mi curiosidad. Y además de ellas, en pocos minutos, pude ver los tranvías, algunos curiosos coches...
Al pasar por un hotel, pedí un mapa de esta ciudad y amablemente el señor de la recepción, me situó en él, los lugares más emblemáticos, que yo ya llevaba bien estudiados a través de mi guía de viajes.
Recorrí unos cuantos metros y enseguida me encontré en el mercado. Me gustaban algunos detalles, los colores, los olores...
El interior era espacioso y como en todos los mercados, las ricas viandas típicas de la zona. Recorrí lentamente todos los puestos y de vez en cuando, me sorprendían los precios.
Los distintos productos estaban colocados en armonía y con creatividad. Algunos rincones eran tan curiosos, que captaban mi atención.
También me sorprendió en ese mercado, la avanzada edad de algunas de las vendedoras. Disfruté mirando cómo desarrollaban las distintas tareas.
Y como siempre, me envolvió casi hipnóticamente, los colores que encontrada a cada paso, a cada mirada. La visita de los mercados siempre produce en mí una enorme alegría. Cada uno de ellos, cuenta su historia.
...CONTINUARÁ...
0 comentarios:
Publicar un comentario