Salí del Aeropuerto de Rovaniemi y después de algunos kilómetros, ya pisaba el Círculo Polar Ártico. El cielo estaba gris y llovía. Mi paraguas empezaba a tener protagonismo. Me quedé parada mirando esa línea blanca marcada en el mojado suelo y lentamente, la recorrí con la mirada.
Esa línea, que desde pequeña había visto marcada en el globo terráqueo y en el mapa del mundo, estaba bajo mis pies. La emoción recorrió mi corazón y la sonrisa llenó mi cara, rociada por las gotas de agua de la lluvia. Me quedé inmóvil sintiendo la energía de ese bello instante. Luego, me situé junto a esta especie de árbol de madera, en que pude encontrar el nombre de muchas capitales del mundo y las distancias desde ellas, a este punto. Y encontré...Madrid 3.524 km.
Bajo mi paraguas, recorrí lentamente el lugar. La Navidad estaba presente a cada paso. Las tiendas, con sus luces y los miles de objetos sobre la Navidad, estaban por todo el recinto. Era imprescindible entrar a algunas de ellas y curiosear por la estanterías y los rincones de las tiendas, buscando aquellos objetos más auténticos, más desconocidos... Pero nada me sorprendió, más allá de lo "carísimo" que era todo y de la onmipresente presencia del vendedor/a de la tienda, asegurándose de que no haciera fotos de nada. En una de ellas, la venderdora, me dejó hacerme una foto con Estela en la que nos reflejábamos en un espejo.
Este hermoso reloj, marcaba la una y media pasada, cuando entramos en uno de los restaurantes. Miré la carta y almorcé. El paseo por estas tiendas, me descubrió también, objetos cotidianos como las antiguas mecedoras, máquinas de coser, canastas, etc Mi permanecía en esa lugar tocaba a su fin. La lluvia, que me había dado la bienvenida, también me despedía.
...CONTINUARÁ...
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