jueves, 1 de septiembre de 2016

#CRÓNICA 37. DE #SVOLVAER A #NARVIK

#Crónica 37. De #Svolvear a #Narvik


Era la mañana de mi séptimo día de viaje por tierras laponas. Y como cada mañana, me tocó madrugar. Hacía frío cuando salí a la calle para empezar la nueva aventura de ese día. Mi primera mirada fue a ellos. Una tierna escena familiar que contemplé durante un rato, hasta que la mirada del niño se cruzó con la mia. Su limpia y bella mirada, iluminó la mia.


En mi salida del pueblo, las últimas miradas a este bello enclave natural que tantos buenos momentos me había transmitido. Volvía mi mirada a su puerto, al reflejo de sus casas en el agua...



Nuevamente, emprendía el camino atrapada, como era ya habitual, en los paisajes grises, en las salpicadas casas en el entorno, en las nubes que jugaban con las montañas, en los coloridos barcos anclados en los puertos, en la inmensidad del mar...








Recorrí los kilómetros sin pestañear. Me empapaba de tanta y tanta belleza por doquier. La nieve parecía no querer fundirse a esta altura del verano y aparecía escondida aquí y allí. La quietud del agua mostraba maravillosas simetrías, que yo no podía dejar de fotografiar.



Las cascadas también eran una constante en este recorrido, en el que al verde de la naturaleza, se unían a veces, a otros colores, como el amarillo.





El rojo omnipresente en todo este viajes, no dejaba de sorprenderme, de la misma forma que lo hacían los distintos tipos de casas que encontraba en cualquier recodo del camino.



Atravesar los puentes, también era muy habitual en el viaje. A mi me parecían todos iguales. Pero, lo más fascinante siempre, eran los  increíbles paisajes que veía desde ellos. Eran largos y eso me permitía disfrutarlos con mucha intensidad.






...CONTINUARÁ...

0 comentarios:

Publicar un comentario