El trayecto recorrido desde Rovaniemi a Helsinki, no era largo y aunque lo conocía, siguió atrapando mi mirada. Llegué directamente a esta maravilloso iglesia de piedra, que siempre quise visitar.
Nada más entrar, todas mis expectativas se vieron cumplidas. Me paré tranquilamente a mirar su inmensa amplitud. Luego, caminé hasta el centro y allí, con calma, me fui girando los 360 grados. Era impresionante.
Su órgano, el altar y las piedras maravillosas con esas texturas, los colores y por supuesto, las caras que tanto me fascinan.
Caminé alrededor, no dejé ni un palmo por descubrir, por sentir. Pude imaginarme allí sentada, escuchando el órgano.
El tiempo como siempre, corría de prisa y llegó la hora de partir. Una última mirada y seguí mi camino. Ese día tocaba a su fin y esta maravillosa iglesia, había sido un broche genial.
...CONTINUARÁ...
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