domingo, 2 de julio de 2023

CRÓNICA 0. VACACIONES DE NAVIDAD EN MENORCA 2022.

CRÓNICA 0. VACACIONES DE NAVIDAD EN MENORCA 2022.

Hasta el año pasado, siempre había celebrado las Navidades en mi casa. Pero, en el año 2021, como ya sabéis y publiqué en este blog, las pasé en Cataluña con mis queridos/as amigos/as.

Este año 2022, tampoco me apetecía quedarme en casa en fechas tan señaladas y que tantos bellos recuerdos llenan mi alma. 

Así que, empecé a pensar dónde y con quién podría viajar. Al principio, parecía que no iba a cuadrar compartir viaje y había pensado irme sola, en viaje organizado, por el norte de Italia.

Pero, las circunstancias fueron cambiando y al final, en una tarde, decidimos mi amiga Nuria y yo, irnos a conocer Menorca. Ninguna de las dos la conocíamos y yo esperaba poder hacerlo en otra época que no fuera verano. 


Me espantaba la idea de conocer esta isla llena de turistas y sin sentir la esencia de los pueblos, su gente, la vida cotidiana... En invierno y temporada baja, era la época perfecta.

En poco menos de una hora, ya tenía Nuria los vuelos, la reserva en el hotel y el alquiler del coche. Nuestra alegría era grande, aquella tarde de otoño, con el viaje ya cerrado.

Enseguida me puse a buscar toda la información sobre la isla, sus lugares mas emblemáticos, las rutas talayóticas, las calas, los faros, los pueblos, su cultura, monumentos, iglesias...

A mí me gusta compaginar en mis viajes la cultura, la naturaleza y la vida cotidiana. En esta pequeña isla, iba encontrando que podía reunir esta buena combinación.

Busqué en internet y me hice un listado de páginas que fui consultando minuciosamente y que luego, recogí en papel. No puedo privarme de ese placer analógico.

El domingo día 25 de diciembre ponía rumbo a Barcelona. A mi llegada, que era ya bastante tarde, me fui a casa de Ángela, una amiga con la que compartí bastante tiempo y fotografías, en el viaje a Islandia. 

En su hermoso piso con detalles muy originales y creativos, ella preparó la cena y compartimos un ratito de amena charla y muy pronto, nos fuimos a dormir.


El lunes día 26 a la hora acordada, me encontraba con mi amiga Nuria en el aeropuerto. Después de un vuelo corto, recogimos el coche y recorrimos los kilómetros que separan Mahón de Ciudadela

Llegamos al hotel, dejamos las maletas en la habitación y nos fuimos a degustar nuestro primer almuerzo en la plaza que estaba junto al hotel, que veíamos desde que salíamos de él y que ese día, a esa hora, estaba poco concurrida. 

En los días siguientes pudimos comprobar, que ese día había sido una excepción. Una plaza cuyo suelo estaba permanentemente húmedo. A mí, me tenía muy sorprendida.

Pero también tuvimos la suerte de poder verla como casi nunca: el día 1 de enero por la mañana, bastante temprano, nos sorprendió muchísimo verla así.

En invierno, pasadas las cinco de la tarde, ya hay poca luz, así que aprovechamos después de comer, para disfrutar de nuestro primer atardecer en la isla y recorrer las calles cercanas a la Catedral de Santa María, que ya estaban adornadas con motivos navideños e iluminadas, el puerto, ver el pasacalles navideño con el sonido de la batucada... (Vídeo)








Nuestro hotel Nou Sant Antoni, una casa señorial del siglo XIX, estaba en pleno centro de Ciudadela, muy cerca de la catedral. Para llegar al hotel, las calles eran peatonales. Por ello, a nuestra llegada, nos tocó arrastrar las maletas desde el aparcamiento hasta el hotel. 


A esa hora, había poca gente en la calle y ya me llevé mi primera sorpresa con los "llamadores" y la forma que tenían para abrir las puertas, la ventanas de madera y sus "contraventanas" (las persianas menorquinas) y los "sujeta contraventanas" que estaban colocados por todas las calles y que eran de diversas formas y tamaños.

Esta persiana es una estructura de lamas horizontales, que permite el paso del aire y de la luz, para proteger a las ventanas de la corrosión, la humedad y otros agentes dañinos. Dan mayor seguridad a la vivienda y ayudan a regular la temperatura interior. 




Aparcar en esta ciudad, aún en invierno, no era fácil. No puedo imaginar lo que será hacerlo en plena temporada veraniega. Pero, en general, tuvimos suerte en los aparcamientos blancos gratuitos, algunos días y en los azules, que en temporada baja, eran baratos.

Nuestra primera cena fue en el Molí des Comte Asador en Ciudadela, lugar al que fuimos en algunas ocasiones más. Cansadas y contentas, nos dormimos.

El despertador del móvil sonaba a las ocho de la mañana del día 27, para empezar nuestro primer día de ruta. 

Cerca del hotel descubrimos la Pastissería Bollería Herbera  en la que tenían unos dulces exquisitos y en la que desayunábamos cada día. La atención hacia nosotras, fue muy buena durante todas las mañanas y alguna tarde.



Arrancamos el coche y pusimos rumbo a Mahón. El paisaje de la mañana me sorprendía muchísimo. Mi mirada se quedó fija en algo que hasta ese momento no había visto y que me tuvo fascinada durante algunos kilómetros del viaje.

La humedad era muy intensa en la noche isleña. El suelo cubierto de múltiples tonalidades verdes de la vegetación, estaba cubierto de una fina capa de agua. Los rayos del sol sobre ella, hacía que el agua se evaporara y creaba a medio metro del suelo, una increíble nubecilla o una especie de niebla, que daba al paisaje un misterio maravilloso. 

Una lástima no haber podido fotografiarlo, porque con la intensidad de este día, no hubo ninguno más, aunque también lo pudimos disfrutar un par de mañanas más.

Cerca de Mahón dejamos la carretera principal y nos desviamos camino a Llucmaçanes (Llumesanas). Otra gran sorpresa me esperaba. Nuestro coche discurría por unos estrechos caminos con paredes de piedras construidas por los lugareños, a ambos lados. Me encantaba estar allí, en medio de la vida cotidiana rural.


Paramos el coche y nos bajamos. Enseguida atrapó todo mi interés, las pequeñas cancelas de madera que había en las casas, antes de entrar a ellas, desde la calle. Estas cancelas fueron una constante en todo el viaje, pero no por verlas tantas veces y todos los días, dejaron de gustarme sus diversas formas, tamaños, antigüedad...








Estuvimos recorriendo algunas calles y su plaza con su iglesia. Estaba todo tan silencioso y sin turistas, que para mí, era una gozada poder fotografiarlo con calma y sin tener que esperar a que las personas se fueran.

En ese lugar comencé a disfrutar también de la flora de la isla descubriendo y disfrutando con sus plantas, flores... algunas de ellas hasta entonces, nunca las había visto. Llamó poderosamente mi atención una que sigo sin saber su nombre, por su brillante color rojo entre el verdor de la planta. Observándola, pude ver todo el proceso que sigue desde antes de abrirse. 


Seguimos por los bellos caminos, rumbo a Sant Lluis. No nos detuvimos mucho tiempo, pero allí estaba su molino. Ellos, los molinos, también lograron sorprenderme mucho por sus formas de construcción y sus tamaños a lo largo de toda la isla.


Continuamos rumbo a Binibeca Vell. Por lo que había leído de este lugar, iba imaginando que seguramente por ser una construcción reciente y turística, no me impresionaría.  

Decidimos pararnos junto a una gran casa. Su amable dueño nos aconsejó bajar por un caminito hacia la cueva Bufador de Binibeca, en el acantilado. Mi sorpresa fue muy grande al ver el color del agua y el sonido que se producía al chocar contra las rocas. Múltiples eran las tonalidades del mar, que relucían al iluminarse por el reflejo de los rayos de sol en el agua. (Vídeo)



Perdí la noción del tiempo en ese hermoso lugar y en sus alrededores. Había logrado sorprenderme de nuevo. Y con mi amplia sonrisa de felicidad nos dirigimos a las casitas. Tengo que reconocer que me gustó muchísimo la creatividad que encontré en sus estrechas, laberínticas, relucientes y desérticas callejuelas blancas y todos sus rincones, puertas, arcos... (Vídeo)





De camino al poblado tayalótico de Trepucó, descubrimos a un gran ceramista Antonio Vico: Cerámicas Vico, que muy amablemente nos enseñó el arte de la cerámica. Su creatividad me encantaba y su casa, también. Nos enseñó su taller y nos contó una de sus novedades que esperamos sea un gran exitazo: un altavoz de cerámica, que suena muy bien! (Vídeo)




Seguimos nuestro camino y llegamos a Trepucó. Era el primer poblado que veíamos en la isla. A mí me encanta conocer este tipo de poblado, porque me lleva a la época en la que lo construyeron, a investigar esa cultura y mi fantasía se desborda, imaginando. (Vídeo)




Los caminos y carreteras nos llevaron a Es Castell. En este pueblo recorrimos algunas calles. En esta temporada de invierno, la mayoría de los restaurantes estaban cerrados, así que nos fuimos a Mahón a degustar el almuerzo en el restaurante Ses Forquilles, que tanto le gustó a mi amiga Nuria.

Continuamos disfrutando de Mahón con su puerto a la luz del atardecer y visitamos el Mercado Sa Plaça, muy adornado de Navidad, en el que aprendimos mucho sobre los típicos quesos de Mahón que degustamos y compramos.



La luz, a partir de las 4 de la tarde, empezaba a ser escasa y su falta para mí, siempre es una dificultad a la hora de realizar las fotografías en general, aunque me fascine fotografiar los atardeceres, la iluminación de la noche...

Recorrimos los 42 kilómetros que nos separaban de Ciudadela, en poco más de 40 minutos. Luego, las vueltas en el aparcamiento, hasta encontrar el lugar en el que poder aparcar de forma gratuita.

Para terminar esta intensa y emocionante jornada, paseamos por las calles de Ciudadela, adornadas con sus luces de Navidad, visitamos el belén y la catedral por dentro que estaba bellamente engalanada para la Navidad y recorrimos, durante unos minutos, su puerto. Cansadas, cenamos y nos fuimos a dormir prontito. 




LOS DÍAS SIGUIENTES...

Los días siguientes, comenzábamos muestra ruta tempranito, a la misma hora que los días anteriores y saboreando el rico desayuno con ensaimada y tostadas. Recogíamos el coche y comenzábamos nuestro itinerario.

Cada día me sorprendía el paisaje, aunque ya hubiéramos pasado más veces por esas carreteras. Siempre el paisaje era diferente, aunque fuera el mismo lugar, porque el sol, las nubes y las distintas horas del día, los hacen únicos. 

El miércoles día 28, nuestra primera parada fue en el pueblo Es Mercadal. Allí estaba su molino, sus calles y plazas, sus puertas y ventanas de madera, bellamente decoradas con sus visillos bordados o de crochet... Otra constante de este viaje, a lo largo de toda la isla.

Visitamos el Jardins del Mestre y la Iglesia de San Martín, en la que encontramos su "pesebre" que es como denominan ellos/as a lo que nosotros llamamos "el belén" o " el nacimiento".

La subida al Monte Toro me encantó. Cuando nos bajamos del coche y recorrimos el lugar, quedamos sorprendidas por las increíbles vistas que teníamos ante nuestros ojos. El cielo estaba claro y algunas nubes parecían tener prisa por llegar a algún lugar, porque corrían de una forma que yo jamás había visto. (Vídeo)




Permanecimos allí mucho rato mirando, explorando el paisaje, viendo el borde de la isla, el Santuario de la Virgen del Toro, el Cristo, las flores, el vuelo en parapente, etc.



También disfrutamos con la bajada del monte y durante el recorrido, con los paisajes de granjas, con las vacas, ovejas...


Ese día, visitamos también, el Faro y la playa de Cavallería (Vídeo). 








El pueblo de Fornells nos gustó mucho, con su puerto, las barcas de pesca tradicionales, su torre, sus acantilados... dorados a la luz del atardecer.





El jueves día 29, como cada día, salimos temprano, desayunamos y emprendimos nuestro camino. El paisaje a esa hora de la mañana era, ese día también, bastante fantasmagórico. Recorrimos el pueblo de Alaior, con sus puertas decoradas de Navidad, sus aldabones, calles, su vida cotidiana, su iglesia... 


 



Continuamos hacia Es Grau con su arquitectura y el Parque Natural de la Albufera, las playas...






En el Faro Favaritx con sus hermosos paisajes, nos relajamos y disfrutamos del rumor del mar, de su brisa, los colores y las formas de las rocas... (Vídeo)





Volvimos a Mahón y después de almorzar en el restaurante Ses Culleres continuamos durante parte de la tarde descubriendo sus calles, plazas, el puerto...





Por la tarde fuimos a la fortaleza de La Mola y disfrutamos de su puerto natural. El maravilloso rojizo atardecer, ponía un genial punto final a nuestro día.




Los dos últimos días del año, 30 y 31 de diciembre, continuamos disfrutando de la isla. 

El viernes día 30, visitamos la Cala Turqueta, con sus tonalidades de colores y desierta, sólo para nosotras a esas horas de la mañana. Disfrutamos mucho del camino que recorrimos andando, hasta llegar a la orilla del mar y recorriendo todo su entorno, rocas, árboles... (Vídeo)






Nuestro itinerario continuó en Ferreries. Recorrer sus calles, contemplar la diversidad de puertas, ventanas, de colores diferentes y adornadas, descubrir el edificio de su escuela de 1933...



Cala Galdana fue nuestro siguiente destino. Tener la suerte de ir en el asiento del copiloto, me permitía poder admirar la belleza de los paisajes mientras recorríamos carreteras, caminos... Contemplar esta cala, desde distintos lugares, pisando su arena y desde un mirador, nos encantó.




Volvimos a Ciudadela a almorzar en el restaurante  S`Amarrador y por la tarde, disfrutamos de un inigualable atardecer, en el Faro de Punta Nati. (Vídeo)





Por la noche en nuestro hotel, los dueños, organizaron en un bello salón del hotel, un recital de poesía muy interesante, al que acudieron invitados/as y entre ellos/as me encontraba yo. Muy bella esta experiencia tan íntima en un lugar inigualable.


El último día del año, 31 de diciembre, lo dedicamos a recorrer parte de la ruta talayótica. A primera hora fuimos a Lithica, pero estaba cerrada. Así que recorrimos sus alrededores y pudimos ver las canteras, cómo eran los trozos de piedra que sacaban de ellas, los contrastes de colores en el paisaje... 




Pusimos rumbo a Taula Torretrencada. Aparcamos el coche y caminamos por un lugar solitario, que en algún momento, nos hizo dudar si íbamos por el camino correcto. Y allí estaba esa espectacular Taula, que tantas generaciones habían contemplado.



Continuamos visitando la Naveta des Tudons. Situada en un hermoso paisaje, nos hacía disfrutar mucho y querer quedarnos allí mucho rato. Aunque en esta ocasión, sí que había algunos visitantes.



De camino a nuestro próximo destino, paramos en algunos lugares muy hermosos de esta genial isla, que en esa época del año, estaba muy verde. 


El Faro de Artrutx se erguía alto y fuerte, situado muy cerca del acantilado. El juego del sol con las nubes le daba, en ocasiones, un aire misterioso que me tenía bastante inspirada, mientras los colores del mar y el estruendo de las agitadas olas sobre las rocas del acantilado, me hipnotizaban.





De vuelta a Ciudadela, comimos en El Molí  y La tarde la disfrutamos recorriendo otros lugares de esta hermosa ciudad menorquina, que aún no conocíamos. 






Ya por la tarde y después de un merecido descanso en el hotel, nos preparamos para irnos a la cena de fin de año, con las uvas y cotillón, en El Molí d`es Racó  en el pueblo de Es Mercadal.

 
Dimos la entrada al nuevo año 2023, rodeada de alegría, música, fiesta y con mucha felicidad.


Nos acortamos tarde y nos levantamos muy pronto el domingo 1 de enero, para coger el avión de vuelta a Barcelona.

A mi llegada, disfruté con mi querida amiga Rosi y con toda su familia, de un riquísimo almuerzo de año nuevo. Con ella y Sergi me quedé unos días más en Barcelona, disfrutando con más amigos/as.

Así recogía unas pinceladas de este viaje en mis redes sociales.

Una vez más, los selfis de mi amiga Nuria, las fotos y vídeos míos, las risas, la amistad y el cariño, coparon este genial viaje que tanto disfrutamos. 




Espero tener tiempo para realizar la crónica completa de cada día de este hermoso viaje, con los itinerarios completos, las fotos, los vídeos...

Gracias querida amiga Nuria, por compartir otro viaje más juntas y por hacer de estas fechas de Navidad, un motivo de alegría y felicidad. 

¡¡¡Otro año que hemos comenzado juntas!!!


Gracias a todos mis amigos/as, que en los días que permanecí allí antes de volver a casa, me acompañaron y me enseñaron bellos lugares de Barcelona. Pero eso formarán parte de otra crónica del viaje de Navidad.

...CONTINUARÁ...

0 comentarios:

Publicar un comentario