jueves, 4 de agosto de 2022

CRÓNICA 0. VIAJE A ISLANDIA. 2022

CRÓNICA 0. VIAJE A ISLANDIA. 2022.

Hacía dos veranos que no viajaba fuera de nuestro país. En el verano de 2019 conocí Israel, en el del 2020 me quedé en casa sin ir, ni siquiera un fin de semana fuera de casa, porque mis circunstancias familiares no me lo permitieron. En el 2021 me atreví, aún llena de miedos por la pandemia, a conocer el País Vasco.

Hasta finales del 2021, he estado viajando por temas profesionales y recreativos, a Valencia, Alicante, Zaragoza y distintos lugares de Cataluña.  

En el año 2022 había viajado también, impartiendo formaciones sobre #EscuelasInclusivas y #DocenciaCompartida, conociendo algunos lugares y reconociendo otros que ya no recordaba, como Burgos.


Aunar mis pasiones (educación, arte, fotografía y viajes) durante algunos meses, me ha animado mucho y quitado parte de mis miedo a la maldita COVID.

Cuando llegó febrero de este año 2022, una vez más, empecé a pensar con quién y dónde "podría" ir en mi viaje de verano

Aún estaba y estoy, en la fase de no poder estar mucho tiempo dentro de los aviones y sigo sin estar preparada para quitarme la mascarilla y comer en el avión durante vuelos de muchas horas.

Esta circunstancia iba a determinar con quién y dónde viajar, ya que mis amigas iban a hacer viajes largos. Fue entonces, cuando empecé a mirar algunos viajes por Europa que me apetecía hacer. 

Siempre he dicho: "mientras que soy joven" quiero perderme por el mundo, ya dejaré Europa para más tarde". Y parece que la COVID me va a obligar a conocer Europa, antes de lo que tenía pensado.

Cuando empiezo a mirar los viajes organizados, primero miro las agencias y mayoristas con las que he viajado en años anteriores. Algunas de ellas me suelen gustar mucho por los recorridos que proponen, las formas de realizarlos, los grupos de personas que no son muy numerosos... y otras, quedan descartadas después después del primer viaje, desparecen, no hacen propuestas interesantes para mí...

Este año, también prefería viajar en compañía. Y justo cuando estaba mirando un viaje a Islandia de los que realiza Taranná, hablando con mi querida amiga Maite, me comenta que ella, nuestra amiga Montse y un grupo de amigos/as suyos, todos catalanes y "jubiletas" como nosotras, están preparando un viaje a Islandia. 

Muy ilusionada me apunté con ellos a ese viaje. Durante más de 4 meses, a partir de febrero, ellos/as comenzaron a reunirse y a prepararlo todo: los itinerarios, buscar y reservar los alojamientos, alquilar los 3 coches todoterreno, los billetes de avión... Yo iba compartiendo con ellos, en la distancia, mis aportaciones.

A partir de ese día de febrero, me compré la guía de Islandia de la editorial Anaya que me gusta mucho porque tiene mucha información y no demasiadas fotografías.

Fui aprovechando mis largos desplazamientos en tren para leerla y hacerme los esquemas de los lugares que me gustaría ver. Paralelamente, iba viendo todo lo que mis compañeros/as iban programando.

Pronto, le pedí a mi querida amiga Rosi, como siempre, que me comprara el billete de ida y vuelta a Barcelona, porque el viaje partía de allí.

Cuanto más leía en la guía y por internet, más interés suscitaba en mí, ese país. Los impronunciables nombres de los lugares no lograba recordarlos. Me busqué un pequeño mapa y fui señalando en él, los lugares que podíamos visitar. 

Una semana antes del viaje, como siempre, los nervios se apoderaron de mí. La ilusión de poder volver a viajar por el mundo era tanta, que en los sueños aparecían las rutas que había leído en mi guía, las imágenes... 

Estaba impaciente por volver a abrazar a mis amigas Maite y Montse, aunque este año, había tenido la alegría de estar con ellas en Cataluña, en mi viaje de Navidad y por conocer a sus amigos/as, con los que compartiría viaje. 

Hacer la maleta para viajar me gusta, pero siempre me intranquiliza y este año me preocupaba por dos motivos: no podía llevar mi maleta de siempre porque era muy grande y no iba a caber en los coches y además, tenía que hacer una maleta para 12 días de frío intenso, lluvia, viento... llevando también, ropa de verano porque me quedaría en Cataluña 6 días más.

Al fin, el día 15 de junio, 5 días después de mi cumpleaños, lo tenía todo preparado para el viaje: maleta, billetes, cámaras, baterías, cargadores... 


Llegué a Barcelona dos días antes de la salida de nuestro viaje. El precio del billete de avión de ese día era mucho más barato, al no coincidir con el fin de semana. 

El día 16 de junio a las 6,15 de la tarde, me recogía en la puerta de casa, una mujer taxista (la primera en todo estos años). Pusimos rumbo al aeropuerto, entre risas y una amena charla. Verme salir de casa con un chaquetón de puro invierno, con la ola de calor que hacía esos días en Mairena, era bastante cómico e inusual. 

En esta ocasión, al llegar al mostrador de Vueling no encontré a nadie haciendo cola, así que facturé rápidamente mi maleta que pesaba bastante poco (creo que he batido mi récord de poco peso). Pasé el control de seguridad y casi sin darme cuenta, ya estaba embarcando y tomando tierra en Barcelona.

Allí me esperaba Maite. Los primeros besos y abrazos y a contarnos las novedades desde que no nos veíamos y sobre todo, a comentar nuestro viaje. Ella junto a Montse y Luis, había participado muy activamente en toda la preparación y organización.

El viernes día 17 me levanté tarde. Mañana de piscina, relax y almuerzo con ella y con mi querida amiga Nuria. El tiempo voló durante el tiempo que compartimos. 

Y esa tarde, me invadió la tristeza por el fallecimiento de mi querido primo Juan Bautista. Mi roto corazón y las lágrimas, empañaron durante días, mi alegría viajera. Él era un gran artista al que le gustaba ver feliz a las personas que quería y que lo querían. 

El sábado 18 mientras esperábamos que llegara el taxi que nos llevaba desde San Cugat al aeropuerto, fui conociendo a Pepa y Luis, a Eulalia y Enric y me reencontré con Montse. A las 15:15 el taxi comenzó su camino y nosotros nuestro esperado y ansiado viaje.

EL VIAJE.

En el aeropuerto conocí a Isabel, Marki, Angels y Ángela. La inmensa cola de los mostradores de Vueling en el aeropuerto del Prat era insufrible, como siempre, pero Isabel descubrió que podíamos facturar las maletas a través de unas máquinas y así lo hicimos. ¡Una idea excelente y que recomiendo!

El vuelo salió a su hora. La duración fue de poco más de 4 horas. En Islandia son dos horas menos que en España. Así que era como si el vuelo hubiera durado dos horas.


El vuelo estuvo muy entretenido con las conversaciones, consultando las distintas guías, los mapas... y con el equipo de fútbol de Andorra que iba a jugar un partido a Reikiavik. Y además, conocí de primera mano, a través de la pasajera que se sentó a mi lado justo antes de salir el avión, el problema del overbooking. Ella entró al avión en el último minuto y de milagro. La compañía dejó en tierra y sin volar, a un grupito de personas. En todos mis años de viajar en avión, había escuchado hablar de él, pero nunca había comprobado que existía.


Recogimos las maletas y nos fuimos dentro del aeropuerto a hacer todo el papeleo para recoger los tres coches. Esta tarea que duró bastante rato, a mí me pareció interminable. 

Al fin, salimos por la puerta del aeropuerto a recoger los coches y ya entonces, sentí el frío intenso y me puse mi cálido chaquetón, que ya no me quitaría en todo el viaje. 

Mi mirada se fijó en ellas, esas estatuas que miraban en distintas direcciones. Me acerqué, las miré y pensé de forma divertida ¿se habrán quedado congeladas?. Paralelamente, maginé que daban la bienvenida a todas las personas que llegaban desde todas las direcciones del mundo.

Montados/as ya en el confortable coche de color negro que conducía Luis y después de recoger unos pocos kilómetros, llegamos a nuestro hotel que estaba cerca del aeropuerto. 

Yo iba en el coche con Pepa, Luis y Ángel. Poco imaginaba entonces, las gratas sorpresas que me esperaban compartiendo el coche con ellos. Nuestras primeras fotos con Pepa, Luis y Ángel, descargando las maletas por primera vez, eran el presagio de lo que ocurriría durante todo el viaje.

El primer madrugón del viaje comenzaba desde nuestro primer día por tierras islandesas. Nos levantamos a las 7 de la mañana. 

La carretera 1 llamada Ring Road, que es la más importante de Islandia con 1.339 Km y que circunvala la isla, también ha estado presente todos y cada uno de los día del viaje. Aunque, además, hemos recorrido todo tipo de carreteras, caminos, pistas de grava sin asfaltar, etc, y con todo tipo de inclemencias meteorológicas.


Las carreteras allí no permiten correr mucho, creo que lo máximo es a 90 km/h y puedo entender el porqué. Hay muchas carreteras en la que hay puentecitos, sobre los que sólo puede cruzar un coche y que tienen una señal concreta. Así que, durante todo el viaje nos ha tocado parar para que otros pasen o pasar mientras otros esperan. El poco o nulo tráfico por muchas partes de la isla, me pareció muy sorprendente y eso que era verano. Puedo imaginarlo en invierno, de noche 24 horas y todo nevado.

También había muchas señales de 35 Km/k, múltiples indicadores con fondos amarillos, con las direcciones y los kilómetros que faltaban a algunos destinos. Además estaban señalizadas las casas particulares, las zonas dónde poder parar con las posibilidades de comer, dormir...



Después de desayunar, en nuestro primer día de viaje, partíamos a recorrer los kilómetros que nos separaban de nuestro primer destino: Grundarfjordur. El lugar en el que íbamos a dormir. 

Desde que salimos del hotel, llovía intensamente, hacía muchísimo viento y fríoEste "tiempo" siempre me desagrada enormemente, pero tenía la esperanza de que al menos la lluvia, cesara en algún momento. Pero no fue así. El limpiaparabrisas no dejaba de funcionar al máximo, mientras yo bajando la ventanilla del coche de vez en cuando, trataba de inmortalizar los paisajes que me impresionaban, con mi cámara réflex a cubierto.

A media mañana, paramos en un café para tomar alguna bebida calentita. Ese fue el comienzo del club del chocolate. Algunos/as amigos/as se apuntaron al humeante chocolate. Aunque, en verdad, era un sucedáneo del rico chocolate que estamos habituados a degustar. En este viaje nos hemos hecho expertas en saborear chocolates, pero ninguno logró, ni siquiera, parecerse al nuestro. 

Mientras que tomábamos los cafés y los chocolates, manteníamos animadas chococharlas mirando los mapas, las guías, el estado del tiempo, los lugares a visitar, las compras de comida para la cena...

Todo lo que teníamos previsto conocer en ese primer día, 19 de junio, no lo pudimos ver. Sólo nos acercamos a conocer la pequeña iglesia negra Búdakirkja, cerca  de Búdir, bajo un temporal impresionante. Este edificio de madera, está en medio de la nada. A su alrededor está un pequeño cementerio.

Como vimos que no íbamos a poder visitar la península de Snaefellsnes, pusimos rumbo a nuestro alojamiento en Grundarfjordur. 

Al llegar al pueblo, por suerte, la tarde empezó a despejarse y apareció el azul del cielo, jugando entre las nubes.

Al fin, podíamos recorrer aunque con bastante frío y viento, ese maravilloso lugar, con el monte Kirkjufell, las cascadas Kirkjufellsfoss, las casas y las calles del pueblo, su flora, la fauna... Fue nuestra primera cascada y nuestro primer pueblo.


Desde ese primer día de nuestro viaje, fui consciente de que con el tiempo que hacía en Islandia, mi querida réflex y yo no íbamos a disfrutar mucho juntas porque tenía claro que no se bajaría del coche ni con la lluvia, ni con las salpicaduras del agua de las cascadas.

Así pues, con bastante disgusto y resignación decidí hacer fotos y vídeos, como la mayoría, con el móvil. He tenido suerte porque él ha resistido muy bien el tiempo atmosférico islandés, estando bastante rato haciendo fotos y vídeos, bajo la lluvia y sin paraguas.

Aunque tengo que reconocer, que en algunas ocasiones, no pude resistirme a hacer algunas fotos con la réflex bajo mi paraguas. Era en los pocos  momentos que al menos, no hacía viento.

En algunos de los lugares en los que hemos estado, había pocas posibilidades de alojamiento. Así que hemos tenido que quedarnos en distintos alojamientos en los que compartíamos cocina y hemos tenido que dormir 4 ó 6 amigos/as del grupo, en la misma habitación.

Pero también, hemos vivido en dos casas maravillosas que tenían todas las comodidades y que nos han permitido sentirnos como en casa. Ambas, tenían piscinas termales que permitían darse un baño en agua caliente, contemplando el paisaje. Pero sólo en una de ella, estaba disponible y algunos amigos/as se bañaron. En esta primera casa dormimos 4 noches.



 

En la segunda, casa llamada Alfasteinn, estuvimos 3 noches. En ella, coincidimos con Agust Runarsson, su dueño, que nos preparaba unos desayunos exquisitos.






Cada día, el mismo ritual después del desayuno: prepararlo todo para pasar un excelente día de viaje y visitas. Era muy importante no olvidarse de lo que yo llamaba "el kit atmosférico": chubasquero, chaquetón, gorro, guantes, bufanda y de algunas cositas para picar: frutos secos, chocolate, etc, y la comida para medio día. A los pocos días, ya lo teníamos todo bastante organizado y esas tareas las hacíamos con rapidez.


Tener llenos los depósitos de los coches de gasolina y además, aprovechar que encontrábamos alguna gasolinera en nuestra ruta, también era una tarea cotidiana muy importante.

La compra de alimentos para poder hacer las comidas, las teníamos que tener previstas y localizar algún supermercado que estuviera en nuestra ruta. Todo carísimo. En esos días, 1000 coronas islandesas equivalían a casi 7 euros y medio.

Una vez en los alojamientos, nos organizábamos para realizar las tareas. Reseñar que teníamos un gran equipo de cocineros/as, entre ellos Ángel, que preparaban ricas cenas, en las distintas cocinas de las alojamientos. 








La noche de San Juan, para celebrar ese día tan especial y el solsticio de verano, Marki hizo una coca que estaba exquisita. La velada la terminamos quemando el listado de cosas del último año, que queríamos dejar atrás y haciendo barquitos de papel con los deseos, que luego dejamos correr en algún río.



 

En distintas ocasiones, hemos comido o cenado en coquetos restaurantes, en los que solíamos comer pescado. Al medio día y en ruta, llevábamos un picnic preparado, que degustábamos en distintos lugares al aire libre disfrutando del paisaje, rumor del agua... 

No me puedo olvidar de los distintos establecimientos en los que degustábamos café y chocolate, casi siempre a media mañana y por la tarde. En ellos, teníamos un tiempo de descanso, podíamos quitarnos la ropa de abrigo, descansar, reír, conversar y saborear el café y el chocolate.


 



En este viaje, toda la gestión de la economía ha sido muy cómoda, gracias a que Montse conocía la aplicación Settle Up que es muy fácil y cómoda de utilizar. Ella nos ha permitido, además de ir pagando cada uno distintas cosas, saber el total del dinero que hemos gastado en los días que hemos vivido juntos.

Todos mis amigos/as hablan catalán. Yo hace que viajo con amigos/as catalanes, como ya he comentado en todos los viajes, desde hace 20 años. Así que, para mí, no es un impedimento en la comunicación. Entiendo bastante lo que hablan y cuando no, les pido que me lo expliquen. Cierto es, que conmigo siempre han hablado castellano y yo con ellos mi "andalú". Nuevamente, he tenido la oportunidad de hacer un máster en catalán, molt bo.

Yo tampoco hablo inglés y el islandés me ha parecido impronunciable. Apenas he podido retener ni de formal verbal, ni escrita, los complicados nombres de los lugares. Sólo he retenido que la terminación "foss" es cascada.

¿Y qué puedo decir de ellos/as?. Que ya todos/as son mis amigos y que forman parte de la gran familia catalana a la que tengo tanta suerte de pertenecer, desde hace dos décadas.

Maravillosas personas e increíble el equipo unido y diverso, que hemos formado entre todos/as, estos días de viaje y convivencia.

Son personas viajeras, que ya han recorrido, recorren y seguirán recorriendo, mucho mundo. Son montañeros/as y tienen un fondo físico increíble. Han realizado caminatas de 16 kilómetros, han subido a volcanes y han disfrutado cada día de su pasión por caminar en una naturaleza tan increíble como la de este país. 


Yo también soy viajera, pero las caminatas no forman parte de mis pasiones y mi fondo físico no era el suyo, aunque era la más joven del grupo. Cada día, mientras ellos/as hacían sus caminatas, Ángela y yo recorríamos caminos más cortos, disfrutando con fotografía y de otros rincones de la naturaleza. Con ella he compartido muchas horas de esta viaje y lo hemos pasado muy bien.

Cuando volví del viaje, así recogía mis primeras emociones en mi muro de Facebook.

Era muy cotidiano para todos/as, verme a mí cada día, forrada con el "hábito" de este viaje, mirando cada día al cielo y resoplando con tristeza, cuando veía que otro día más, las fotos estarían sin contraste con ese cielo plomo y blanquecino, de las nubes y la lluvia. Y verme feliz, cuando el día estaba con sol. Pero en cuanto partíamos a nuestro recorrido, ya me ponía contenta e ilusionada.

También era cotidiano:

-Ver a Enric con su réflex, fotografiando a Eulalia en todos los rincones. Él era valiente. Aunque llovía, cogía su funda de plástico y a hacer fotos con ella. 

-El despliegue de bastones y todos los preparativos, cada vez que comenzaban una caminata.

-Los posaditos divertidos para hacernos las fotos con amigos/as y las de grupo, que eran muy complicadas porque siempre andábamos algunos perdidos/as, disfrutando del lugar.




-Las fotos recuerdo para mandarlas a la familia, con los amigos...



La primera foto con Maite y Motse nos la hicimos la tarde del primer día, junto a la primera cascada que vimos y la última foto, con parte del grupo, el penúltimo día en la última cascada que visitamos. Podría decir que ha sido el viaje: "de catarata a catarata" y seguimos a la siguiente.


El viaje ha estado pleno de paisajes maravillosos terrestres, marinos, con cascadas, montes, ríos, lava, zonas termales, glaciares, etc, que he tratado de inmortalizar en mis fotos y vídeos. La diversidad y la biodiversidad era tanta, que he disfrutado muchísimo con cada palmo de terreno que hemos recorrido. A cada mirada, una inolvidable postal.










Los colores del cielo y de las nubes han sido una fuente de inspiración y creatividad constante para mí, como suele serlo cada día de mi vida.








Mirar las nubes y verlas como se mueven, como se transforman, sus formas, colores, tamaños... engancha mi mirada y mi imaginación vuela, vuela, vuela... descubriendo en ellas caras, animales...



En los vídeos que he editado he tratado de conservar el sonido ambiente. Ya están publicados, en mi canal de YouTube en la lista de reproducción "viajes" los 27 vídeos en los que resumo parte de este hermoso viaje por Islandia y Cataluña.

De momento, he terminado y publicado los vídeos, ya he clasificado las fotos por días y actualizado el documento que habíamos hecho con la propuesta de recorrido y visitas y las que realmente hemos realizado. También doy por terminado el documento con los enlaces de interés, de la ruta que hemos hecho cada día.   

Algunas de las fotos realizadas con el móvil, las estoy publicando en mi cuenta de Instagram y realizaré un álbum de Google o carpeta de Drive, para compartir algunas de ellas.

Los días de este viaje fueron pasando muy rápidos. Mi mirada se iba nutriendo de nuevos colores, sensaciones y descubría la vida en ese maravilloso país fascinante para conocer y visitar, pero inhabitable para mí.

En esta explosión de vida y creatividad, también fui descubriendo decenas de caras en la naturaleza: en las rocas, en los árboles, en las nubes, en la nieve... como también suelo hacer en cada viaje y en mi vida cotidiana. En este viaje ha sido alucinante la de caras que he descubierto. Muchas de ellas las he fotografiado y espero compartirlas en mi blog.


 






Las cataratas, cascadas, el agua y la nieve están omnipresentes. Algunas imágenes de algunas de las cascadas que hemos visitado. 





 







El verano y el deshielo va dejando atrás el color blanco de la nieve y abre paso al colorido diverso de sus múltiples especies de flores, muchas de ellas desconocidas para mí y otra, que se ha convertido en una especie invasora, los "altramuces", pero que está casi presente en múltiples lugares de la isla. Es un precioso color morado, que descubrí en mi primera mirada, desde que salimos del aeropuerto. Me la he ido encontrando durante todo el viaje, en los lugares más increíbles.

Siempre me gusta descubrir y fotografiar la flora de los lugares a los que voy y observar su diversidad. En Islandia he visto el musgo sobre la lava, los maravillosos abedules, los colores de las florecillas que rompían la monotonía del verde y he recorrido senderos estrechos con sus bellos recodos y el verde de los árboles, que siempre me atrapaba. 



 


 








Me ha gustado conocer que Islandia tiene una flor nacional: la Dryas Octopetala. Es una planta de flor ártico-alpina en la familia de las Rosáceas. Un arbusto perenne pequeño, que forma grandes colonias de apariencia almohadillada, que es muy popular en las rocallas.

No he visto grandes zonas boscosas, ni enormes árboles con troncos gruesos y potentes, pero he descubierto múltiples tonalidades en la naturaleza, que las tendré siempre en mis sentidos.

Y también, las omnipresentes balas de hierba forrajera, para alimentar a los animales en el invierno, realizadas por tractores que dejaban bellas estampas marcadas en los campos que estaban recubiertas de colores diversos: blancas, negras, verdes...






En Landmannalaugar descubrí dos carteles, uno de la flora y otro de la fauna del lugar. Y yo, sin saberlo, ya había comprado un hermoso dibujo de una de las plantas, la Armeria Marítima, que ahora luce enmarcado en la mesa del salón de mi casa, junto a mis piedras viajeras, que ya forman parte de mi amplia colección.




También he disfrutado mucho con la fauna de este territorio islandés. He contemplado durante largos ratos las especies de patos en los lagos, las aves que volaban cerca de mí, la foca, los caballos, las ovejas...



















El verano deja estampas de tonalidades impresionantes que parecen verdaderos cuadros abstractos, los tonos verdes, los marrones, los azules, el negro intenso de las arenas de las playas, las texturas... Todo me dejaba sin palabras y con ganas de atrapar en tiempo allí con todos mis sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto.


 

 















Y qué puedo decir de los atardeceres que tanto me gustan vivirlos y fotografiarlos. En este viaje, tanto los atardeceres como los amaneceres han sido prácticamente imposibles de fotografiar porque o estaba nublado o porque el sol de medianoche hacía que fuera complicados verlos. Pero sí he tenido la suerte de ver algunos arcoiris muy bellos.


Los islandeses decían que estaba siendo un buen verano. Yo me imagino este país con el frío invernal, las carreteras y todo nevado, 24 horas de noche... Tengo claro que no podré disfrutar de las auroras boreales!!!

A los largo de los 3000 kilómetros que hemos recorrido en este viaje, hemos podido disfrutar de la naturaleza en estado puro y el poder que tiene cuando saca toda su energía y potencia.

Los pueblos pequeños con sus casas de arquitectura de madera multicolor, las aisladas casitas, las que tenían el tejado vegetal, las pequeñas iglesias con sus tejados rojos, los puertos y muelles con su barcos, los faros... estampas que siempre voy a recordar. 














Casi sin darnos cuenta, el viaje estaba llegando a su fin y nos hacíamos la última foto de grupo antes de partir para la capital, Reikiavik, que era nuestro último destino antes de partir, esa misma noche, para Barcelona.

El último día lo pasamos en Reikiavik, la coqueta y bella capital del país. Aparcamos los coches cerca del puerto y comimos en un restaurante muy popular situado en el puerto, una rica sopa de cigala y una brocheta de pescado. 



El resto del tiempo, hasta nuestra partida hacia el aeropuerto, lo pasamos "pateando" la ciudad.

Me gustaba todo lo que veía y sentía que necesitaba más tiempo para poder contemplar sin prisas, los distintos lugares: las casas de colores múltiples, sus fachadas, sus jardines, la calle Laugavegur en cuyo suelo estaba pintado un arcoiris que nos llevaba directamente a la iglesia Hallgrimskirkja con su blanco interior, su órgano y su minimalista altar, las vistas de la ciudad desde la parte más alta de su torre, la estatua de Leifer Eriksson, las bocas de incendios que siempre llaman mi atención en todos los lugares a los que voy, el amplio recorrido por el Lago Tjörn...









 




Al llegar al aeropuerto entregamos los coches, hicimos la larga cola de Vueling para facturar, pasamos el control de seguridad y cenamos tranquilamente, a la espera del embarque. Un enorme y bello comic decoraba una de las paredes del aeropuerto.

Al mirar hacia arriba, en el techo del aeropuerto, descubrí unos colores en movimiento que simulaban una aurora boreal, o al menos, eso imaginé yo.


Ya dentro del avión, las luces se apagaron y la mayoría de los pasajeros comenzaron a dormir. Yo no suelo dormir en el avión, así que me fui a la parte de atrás a fotografiar por la ventanilla el sol y a hablar con la azafata, que a esa hora no tenía nada que hacer. Acabamos viendo en mi móvil las fotos y comentando el viaje, cerca de media hora.

Así es la vida. Era su primer vuelo a Reikiavik y ahora a ella le había entrado muchas ganas de conocer este hermoso país. A medida que el avión se alejaba de Islandia, la noche cubrió el cielo y yo entorné los ojos reviviendo momentos del viaje.

La vuelta a Barcelona y del aeropuerto a San Cugat, fue muy cansada. Eran las seis y media de la madrugada cuando me fui a dormir en casa de Pepa y Luis, que son unos maravilloso anfitriones. 

Nos levantamos a la hora de comer. Ya por la tarde y aún cansados, disfrutamos de la Fiestas Mayor: botifarrada, los diablillos que tiraban petardos y los vecinos acondicionando las casas y con el concierto de piano. 





Los días siguiente en mi querida Cataluña, cambié la ropa de invierno por la de verano y disfruté muchísimo con todos mis amigos/as, con Sonia, Ramón, Aléix, con Conchita y Jordi y parte de su familia, en las Fiestas Mayores de San Cugat y Tarrasa, con los distintos eventos lúdicos-festivos y culturales.


Con ellos conocí como se prepara y se vive la "botifarrada popular" que Organizaba el Club Muntanyenc de Sant Cugat, el Correfoc infantil y joven con las colles Diables Rojos de varios pueblos, escuché el concierto de piano con Nicolás Ospina, degusté ricas viandas en lugares típicos, visité la Casa Alegre de Sagrera y sus hermoso jardín.







Me encantaron los bailes de bastones a cargo de los Bastoners de Terrassa en la plaza Vieja y la exhibió castellera, con los Castellers de Terrassa, Minyons de Terrassa y el grupo invitado Capgrossos de Mataró. Mi primera experiencia viendo cómo se montan los castels, me enganchó.



Me pareció genial poder verlo junto a Conchita porque ella y su familia, durante muchos años, han participado montando los castels. Y como siempre digo, la gran amabilidad de los catalanes/as que con una amplia sonrisa, me comentaban todo lo relacionado con esta tradición, para que pudiera entenderla y disfrutarla.


La partida, como siempre, agridulce. Pero mi corazón llegó a mi casa el 4 de julio a las 3 de la tarde, lleno de cariño, vivencias, emociones, amistad y felicidad.

No quiero alargar más esta primera entrada del viaje, que como hago con todos los viajes, publicaré en mi blog Postales del Mundo y que no tiene como finalidad contar el recorrido y todo lo que hemos conocido, los lugares visitados, rutas realizadas... porque eso espero poder ir haciéndolo capítulo por capítulo, cuando vaya teniendo tiempo. 

La finalidad es sólo hacer un pequeño resumen de mis vivencias, sentimientos, anécdotas y contenidos globales sobre el viaje tal y como se lo cuento a mis amigos/as, cuando a la vuelta, me preguntan por él. Con esta publicación también los amigos/as que tengo por el mundo, tienen la posibilidad de ver algunas imágenes y leer mis vivencias.

Empezamos con chocolate y con éste último y la penúltima chococharla, casi despedíamos nuestro viaje por Islandia.

Solo me resta dar las gracias de corazón a mis amigas Maite y Motse por darme la gran alegría de poder viajar a este hermoso país junto a ellas y haber tenido la gran suerte de conocer a personas geniales que ya son mis amigos/as y que espero, más pronto que tarde, volver a abrazarlos y compartir felicidad.

...CONTINUARÁ...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir esta joya!!!

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